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Preparemos nuestro Belén

25 | 11 | 2021

Se acerca la navidad y todo nuestro entorno lo recuerda. Las casas se llenan de colores, la música nos anuncia que estamos en una época especial y el sentimiento de festividad comienza a cobrar vida dentro de nuestros hogares. Como católicos, todo lo exterior debiese ser manifestación del ser, de esa fiesta que comenzamos a preparar dentro del corazón, pues se acerca el regalo más grande que Dios ha podido concedernos.

Adviento es una invitación a parar y volver a mirar en nosotros el Belén que llevamos dentro, ese lugar humilde pero lleno de amor que San José y la Virgen María prepararon para nuestro redentor. Muchas veces nos olvidamos que en lo sencillo se esconden los más grandes milagros, y que los detalles, hacen que todo se transforme en momentos especiales. Vivir adviento es abrir la puerta del corazón para recibir, una y otra vez, a Jesús. Es hacer de nuestro hogar un lugar definitivo para que, después de tanto buscar, María nos regale a su pequeño Hijo.

¿Acaso, puede existir un regalo más importante como familia que el Hijo de Dios escoja nuestra casa para nacer nuevamente? Ciertamente que no, y es por eso que no podemos dejar de prepararnos, en familia, para esta visita.

Pero ¿Cómo nos preparamos? En primer lugar, debemos fijar nuestra mirada en María. Ella, como su Madre, preparó la llegada de su Hijo, arreglando el ambiente, pero también su vida interior. Aprovechemos de rezar, de unirnos en torno al pesebre y entregarnos a Dios. La oración es una forma de amar, y para el amor no existen edades. Hagamos de la oración una rutina en nuestra familia: un breve momento en que se junten como familia y junto a la imagen de Jesús dialoguen con él, le agradezcan, le ofrezcan, le pidan. Que sea un momento donde todos participen y conversen sencillamente con Dios. Así preparan el hogar para recibir a la más grande visita.

No dejemos de pensar en San José y la preocupación de no tener un lugar apropiado para el Señor. Pero lejos de rendirse, transformó lo poco que tenía en la mejor de las moradas que podía ofrecer. ¡Qué gran enseñanza nos deja! Cuántas veces, nos hemos detenido en las cosas que nos faltan para ser felices sin pensar en todos los regalos que tenemos. Cuántas veces, el mundo, lleno de exitismos no nos permiten ver lo afortunados que somos, y el paso de Dios en nuestras vidas. Miremos a San José, y pidámosle que nos ayude a agradecer lo que somos y tenemos, y, sobre todo, agradecer el don de la Familia, que nos impulsa a hacer de nuestra casa un hogar.

Pero, este hogar no se logra individualmente, se logra en comunión. Así que adviento también es una invitación a vivir la vida matrimonial. En un tiempo donde los niños están cada día más expuestos a tecnología y consumismo, donde la inmediatez y el tener es más importante que el ser, el amor esponsal será una respuesta. Recordemos nuestras propias navidades. Con el paso de los años, el recuerdo de lo material se desvanece y permanece el recuerdo de aquello que no se ve, pero se siente. Los olores, los sabores, los abrazos, la calidez… el amor. En cada uno de sus hijos, es Jesús quien los mira, y un papá y una mamá que se quieren es el recuerdo más bonito que pueden ofrecer. Que adviento sea una oportunidad para no olvidar que juntos, al igual que San José y la Virgen María, se enfrenta todo, en la convicción de que todo lo que regala Dios es bueno.

No podemos olvidar nuestra situación mundial. Hemos vivido momentos que eran difíciles de proyectar e imaginar, y que a muchos les ha causado tanto dolor. La llegada del niñito Jesús es la esperanza de un mejor tiempo. Es el llamado a ver a ese Dios tan frágil en los más necesitados. En la medida de lo posible, seamos burritos en nuestra sociedad, dispuestos a trabajar sin grandes recompensas, y principalmente, dispongamos lo que somos para que Dios nos utilice en ayuda de quienes lo requieran.

Vivir adviento, es vivir en la certeza que nuestra espera tiene un fin, y que todo lo bueno requiere tiempo y preparación. Adviento es una enseñanza en sí mismo, es una de las tantas sutilezas de Dios, quien nos conoce y sabe que la vida pasa rápido, y es necesario parar y reflexionar. Es un tiempo para disponernos y no cerrar la puerta, sino que dejarla de par en par. Es un tiempo para ser felices y agradecidos. Adviento es un tiempo para educar a los hijos en el amor, e invitarlos a descubrir a un amigo. Adviento es un tiempo para acompañar y estar al servicio. Adviento es un tiempo para volver a nuestro origen, y descubrir el misterio de nuestra vida: Jesús.